domingo, 23 de noviembre de 2008

El libro de la selva, en el siglo XXI


A la izquierda, Gusti aprende a pescar con los zápara, pobladores de la selva. A la derecha, un nene zápara con el machete del papá. Abajo, una vista aérea de la selva y unos retratos de Gusti hechos por Anne Decis.

En el año 2001, Gusti viajó a la selva, en Ecuador, con una misión extraña: conocer a las águilas harpías. Algunos años después escribió Mi papá estuvo en la selva, un cuento ilustrado por Anne Decis que acabamos de publicar y que está llegando a las librerías.
Le pedimos a Gusti que él mismo contara cómo había sido todo el asunto. Por supuesto, también nos mandó fotos y dibujos.

“Quiero contarles que soy dibujante –aunque en este libro soy el escritor–. Además, me gustan mucho los animales, sobre todos las águilas. Por eso me fui a la selva amazónica, en Ecuador.
Resulta que allí viven los záparas, un pueblo cuya lengua está entre las más amenazadas del mundo. Eso significa que quedan solo unos pocos záparas, ancianos, que la hablan. También significa que la cultura de los zápara está amenzada. Pero en la selva vive también un águila que es la más poderosa del planeta: el águila harpía.
Hasta allí, para estudiar esas águilas, se fue Ruth Muñiz, una bióloga española. Para eso, debió adentrarse en la selva y convivir con los zápara, porque ellos son los que saben cómo encontrarla; ellos saben lo que significa el águila para la selva. Y yo también estuve ahí.
Durante esa temporadita aprendí un poco de las costumbres, el idioma, la idea del mundo que tienen los zápara… Y así, en un cuaderno fui dibujando y escribiendo todas las experiencias que vivía. Hay muchas anécdotas increíbles, como cuando me corté el pelo con una mandíbula de piraña o cuando me encontré esa araña gigantesca…
Así nació la idea de Mi papá estuvo en la selva: un día, para explicarle a mi hijo cómo se educan los niños allí (¡tan diferente de los de la ciudad), escribí un cuento. Pero lo hice al revés: lo escribí como si fuera mi hijo quien cuenta las cosas que su padre le contó (y que además es un poco exagerado).
Un día Anne leyó el cuentito y sin darse cuenta se puso a hacer dibujitos muy chiquitos en una hoja. Cuando los vi, dije: “¡Ya está ¡Ya tengo los dibujos para el cuento!”

Preparé una maqueta y se la lleve a un editor. Se entusiasmó tanto que me dijo que lo publicaría, pero al cabo de un año cambió de opinión. Luego se lo mostré a otro y a otro… A todos les gustaba, ¡ja! pero siempre había algún pero, que si tenía mucho texto que si esto, que si lo otro.
Hasta que un día, fui a visitar a Diego y Ruth, los editores de Pequeño editor. Ellos vieron el libro y se enamoraron… ¿Habría encontrado mi editor, finalmente? Parece que sí, porque después de casi dos años, aquí está. Y está buenísimo. Un saludo, Gusti.”


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sábado, 22 de noviembre de 2008


Nuestros libros en la ciudad luz


Vidrieras de la Librairie Espagnole, en Montparnasse, París.

Los libros de pequeño editor llegaron a París. En la Librería Española, en el barrio Montparnasse de la ciudad luz, pueden verse en la vidriera nuestras últimas novedades.


París es una ciudad fantástica (¿para qué aclararlo?), pero si sos un hablante del español (y latinoamericano, además) su cosmopolitismo puede angustiarte. En las calles se oye francés, alemán, francés, variantes del francés venidas de África, chino, por supuesto, inglés, árabe y luego, más francés. Si llegás a ese momento de angustia en que no te queda claro en qué idioma estás hablando (y es probable que ya no hables ninguno), podés refugiarte un rato en este rincón de Montparnasse. Leer más...

viernes, 21 de noviembre de 2008

Un taller para disfrutar más aun Nariz de higo


Este taller fue ideado a partir del libro Nariz de higo, poema de Roberta Iannamico e ilustraciones de Bianki. Lo dictamos en Tucumán, en el marco de las actividades organizadas por el Plan Nacional de Lectura; y en Italia, en el marco del festival Minimondi, que se realiza todos los años en febrero en las escuelas de Parma. Las fotos fueron tomadas en esas ocasiones.

Materiales y requerimientos

El libro Nariz de Higo de Iannamico/Bianki.
1 o 2 marcadores negros gruesos por grupo de 3 o 4 chicos.
Hojas blancas de 35 X 50 cm por grupo de 3 o 4 chicos.
Cuchillo que utiliza el coordinador o cada grupo un par de cuchillos de plástico descartable.
Bolsa de mercado
Frutas y verduras de estación.

Opcionales
computadora
pantalla para proyectar imágenes
cámara de fotos digital




El taller consta de cuatro momentos: un momento de lectura, un momento de trabajo, uno de muestra y un último, ampliatorio.

Primer momento: lectura del texto y de las imágenes.

1. El coordinador y los chicos compartimos la lectura del poema (el coordinador tiene un libro; cada niño tiene un libro; se proyecta el libro sobre una pantalla).

2. Observamos las imágenes, descubriendo los objetos con los que fueron realizadas (un papel de caramelo es la “tela” de un vestido; una cucharita de helado es la cara de un personaje, etc.). Se favorece así la lectura de las imágenes, el reconocimiento de hojas, frutos y otros elementos, y se los pone en relación con el texto escrito.













Segundo momento: manos a la obra.

3. Partimos de los versos del poema que dicen:

“Iba al patio y me probaba narices
Una semilla de jacarandá, un limoncito, una ciruela, una aceituna.”

Nosotros, en cambio – contamos a los niños–, fuimos al mercado y de allí trajimos una bolsa llena de verduras: papas, zanahorias, cebollas, limones, aceitunas, arvejas, con las cuales fabricar narices. El coordinador debe llevar una bolsa de hacer las compras, con todo tipo de verduras y frutas de estación.

La consigna es dibujar un personaje e incluirle una nariz (o una boca o un par de orejas) utilizando elementos de la bolsa.

4. Se realiza un dibujo de muestra entre todos, con la ayuda del coordinador.

5. Organizados en pequeños grupos, los niños dibujarán su propio personaje con “nariz de…”.

Entregamos a cada grupo una hoja blanca de 35 X 50 cm, uno o dos marcadores negros gruesos y verduras y frutas enteras (como zanahorias, arvejas, frutillas, hojas de lechuga, chauchas) o ya cortadas (gajos de mandarina, trozos de berenjena, zapallito etc).
Los niños pueden realizar un personaje o varios; utilizar una sola verdura o varias, según el trabajo que deseen hacer.
6. Cada grupo le inventa un nombre a su personaje y, si lo desean, escriben su historia en pocas líneas.













Tercer momento: la muestra final.

Una vez concluidos todos los dibujos, la idea es mostrar lo realizado al resto de los compañeros y a otros niños o adultos del lugar.

Se plantean dos modalidades de exposición:

a) Muestra.
Se acomodan todos los trabajos en el suelo de forma ordenada y se invita a los chicos a recorrer la muestra completa.

b) Con fotografías.
Si se cuenta con pantalla, computadora y cámara de fotos digital se puede fotografiar todos los trabajos, guardar el archivo en la computadora y apagando la luz, invitar a los chicos a una proyección de sus propios trabajos en la pantalla.
También se puede invitar a los chicos a ponerse “narices de ….” para tomarse fotografías.


Cuarto momento: conocer la obra de Arcimboldo.

Este cuarto momento, si el grupo es estable, sería recomendable realizarlo en otro encuentro. Se trata de compartir con los chicos reproducciones de la obra del artista renacentista Arcimboldo, invitándolos a descubrir en las imágenes las frutas y las verduras con las que fueron realizadas.
Para este momento se puede trabajar con libros publicados o páginas web.

© pequeño editor


Atención
Si realizás este taller, mandanos tu comentario y/o fotos de los trabajos de los chicos
blog@pequenoeditor.com que poco a poco las iremos publicando en nuestro blog






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